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Ojo de Horus

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Los egipcios pensaban que el Sol y la Luna eran los ojos del dios de la luz y del cielo. Sin embargo, muy pronto los diversos mitos se complicaron y las imágenes no se utilizaron de forma consecuente. Como resultado, estos dos astros fueron considerados en primer lugar como los ojos de Horus pero, por otro lado, a la Luna se la denominó 'el ojo de Horus' y al Sol, 'el ojo de Re'. Además, los ojos estaban también asociados con las coronas del Alto Egipto y del Bajo Egipto, con las diosas protectoras de las dos tierras, Nejbet y Uadyet, con la uraeus real y divina y con otras diosas más. Existían numerosos mitos relativos a los ojos. Así pues, el Ojo de Horus estaba vinculado principalmente con la Luna. Al igual que la Luna creciente, estaba considerado como un cuchillo o una hoz, que se utilizaba en el combate del dios contra sus enemigos. En su lucha con Seth, Horus perdió su ojo, aunque más tarde lo recuperó, según algunas versiones del mito, gracias a la ayuda de Thot; según otras, con la de Hathor. Los egipcios percibían esta idea en la Luna creciente y menguante. Horus llevó a Osiris el ojo recuperado y con ello le dió una nueva vida. Así, el Ojo de Horus se convirtió en el prototipo de todas las ofrendas, y en el culto cualquier ofrenda era denominada 'el Ojo de Horus', normalmente acompañada por otro término que aclaraba la naturaleza real de la ofrenda, muchas veces a través de un juego de palabras. Como el ojo robado y dañado era recuperado sano y salvo, se le asociaba también con el ojo-udyat (udyat= intacto, completo, sano). Este ojo se convirtió en el símbolo para hacer todo de forma completa y sana, pero también con protección, perfección y poder. Por ello, el Udyat es uno de los amuletos más habituales.