Los toros fueron animales divinizados en diferentes ciudades de Egipto, con un culto funerario propio en el que se practicó la momificación y se utilizaron los vasos canopos para contener sus vísceras. Este es el caso de este enorme vaso, realizado en alabastro veteado, con cabeza humana, que perteneció a un toro Mnevis, adorado en la ciudad de Heliópolis y en estrecha relación con el dios Atum. La inscripcion de la panza menciona a Duamutef y a la diosa Neith, ambos protectores del estómago que, una vez momificado, se introducía en el interior.